miércoles

Una eternidad de objetos sin dueño

Adoro salir a caminar de noche, cuando no hay avatares a la vista. Aunque siempre puede haberlos. Me gustan los ruidos lejanos, aunque sé que están programados, como todo aquí. ¿Solitario? No. Es una especie de terapia. Hoy pensaba que posiblemente este software tenga una función que desconocemos y que consiste en registrar absolutamente todo lo que sucede, convirtiendo al programador en una especie de dios digital.


Es siempre el mismo sueño, tan antiguo como la humanidad. Estás sólo en el mundo, todo a tu disposición. Toda la ciudad inmóvil. Como en Los espejos negros de Schmidt. Un mundo desolado, dehabitado. Lleno de rastros. Cada elemento es un signo, tiene la impronta de un gesto que lo congela en su eternidad de objeto ya sin dueño.

Bueno, si en mi fantasía ya nadie golpeará en mi puerta, entonces soy el dueño de todo. Pero esa perspectiva no es feliz. Todo lo contrario.

¿Cuánto mide este planeta? ¿No te lo preguntas? Pues lo bueno es que puedes darle la medida que quieras. Por más pixeles que se interpongan, la medida está en tu imaginación, como siempre. La magia comienza cuando descubres a quien la compartirá contigo.

lunes

Marienbad, Hiroshima

Lost in traslation. Quiero traducir a Marguerite Duras a la lengua de Second Life. Y sale cualquier otra cosa. Lo intento con otro Resnais, con el Robbe-Grillet (siempre me gustó ese nombre, Marienbad, Mala Marien). Pero lo que queda otra vez es distinto.

El Metaverso no tiene aún -ni de lejos- la carga cultural del cine o la literatura. O las artes visuales.
Pero ¡quiero que las tenga! Qué ansiedad más imbécil.
Jamás sucede. Vendrá lo que nunca esperamos.
Francia en Oriente desde alguien que habla, piensa y escribe en español.
Marienbad, La Coruña.
El resto es traducción. O sea, la versión reconstruida.

Necesito una fuga. Y esa fuga son los blogs de avatares. La estética que me entusiasma está ahí. En la espontaneidad de esas experiencias. ¿Por qué será que no soy nada espontáneo?
Sí lo soy, pero la situación tiene que hackearme.
Los blogs de los avatares hacen más profundas las experiencias en SL.
Las complementan.

No concibo Second Life sin blogs sobre Second Life y las experiencias avatares. Sin ellos haría lo que ya hice. Viajaría. Un poco. Me hundiría en paisajes bellos.
Una vez. Y otra. Hasta hartarme.
Y no se trata de eso.
Posiblemente también me harte de los blogs y los avatares.
Pero por el momento esa instancia me resulta remota.
Me gusta la frecuencia que voy encontrando.

Sei Shônagon es un formato (me gusta, no me gusta, recuerdo ésto) pero también es una obra maestra.
Nunca lo ovido.
Poco tengo de cortesana.
Menos aún de genio.
Me conformo con una inspiración infinitamente menor.
Este es un rollo mucho más reposado.

Todo traducido a Second Life. Todas las culturas.
Los ídolos de mi vida RL. Pero también al revés.
No me olvido que Lara Croft tiene su película.
Pronto alguien como Hatsue tendrá la suya en RL.
No me imagino aún el elenco.

Marienbad, Hiroshima.
Sei Shônagon. Aquí estamos.
Tratando de ver qué hacemos con todo esto.
Apenas unos días en Second Life.
Claro: mi Second Life.
Mi festival privado.

¿Existirán ya en el Metaverso tipos como éstos?
¿Existirán ya los grandes constructores de narrativa?

Me pregunto ¿será necesaria una narrativa así en este sitio virtual?
¡Ojalá que sí! Me aburriría mucho de otro modo.

domingo

Bioblografía inicial

Cuando lo intenté, allá por fines del 2006, no me llevé nada bien con la vida digital. Sobre todo si era MI vida. Muy poca cosa para ser mi vida, sobre todo si puedo elegir. Di vueltas por un Second Life que poco se parece al que hoy es y seguramente al que mañana será. Tampoco mi avatar me parecía consistente (estoy tratando de averiguar qué quiero decir con esto).
A partir de hoy vuelvo a intentarlo. Me divierte la idea.
Me propuse un ejercicio de esteta existencial: realizar una suerte de Sei Shōnagon del Metaverso, pero sin grandes expectativas. ¿Conocen ese libro maravilloso de esa cortesana increíble?
¿No? Bueno, googléenlo.


En realidad este blog iba a llamarse "Second Life Decameron". Pero no por reminiscencias ni boccaccianas ni pasolinianas. Sino porque esa época de la historia, esa narrativa desbocada me parece de lo más divertida, y un nombre semejante es una especie de elixir para darme ánimos.
Adoro el humor de Wes Anderson. Me alucina el timming de Jim Jarmush y la profundidad de las superficies de Sofia Coppola. Tanto como la música de Radiohead, Malher y Brad Mehldau. O al siempre intenso Murakami. Como ven, busco un marco estético para esta existencia.
Y para nada quiero hacer de esto una obra de arte ni nada que se le parezca. Jamás.
Simplemente trato de pensarme dentro de un estilo.


Aquello que me desafió a volver a intentar esta experiencia de transitar por un mundo informático fueron los blogs de avatares. No sé cómo me encontré leyéndolos y algunos de ellos me divirtieron. Me dije: "Ok, es hora de que vuelvas a intentarlo".
Ojalá que dé con los avatares justos para que esta vida que hoy se inicia sea por lo menos entretenida. Como todos ustedes, busco diversión.

Mi primer avatar se llamó Luca. Se lo regalé a mi hermano menor y lo cierto es que no sé si lo sigue usando.



Este blog es autobiográfico, claro. De ahí lo de bioblografía. Una biografía real en el Metaverso pero sólo en él. Sólo existo aquí, no hay "Real Life" para mí. Bueno, claro que la hay, pero es sólo mía. La vida que comparto es la de este avatar que intentaré que sea una de mis mejores creaciones.
Ustedes dirán.