miércoles

Avatar Haiku

"El laberinto nunca estuvo en mi cabeza, sino en tu mirada." Por eso, cuando me supera la lectura de tus movimientos, simplifico lo que veo. Siempre me queda lo mismo: imágenes inolvidables y palabras que multiplican sus sentidos.


Como fotogramas de un film, o como la escritura japonesa, las imágenes regresan a mi memoria así, en forma vertical. Los occidentales somos barrocos por fatalidad. Creemos que la cantidad y la acumulación son potencias que juegan a nuestro favor. Second Life me sirve para despojar. Cada vez menos. Menos cantidad, más dirección.

La precisión es un mito. No lo precioso, que es lo que atesoramos. Cada vez que apago mi máquina, resguardo unas breves pinceladas de acción, como en la pintura sumi-é. Las personas que me cautivan adoran la fugacidad, igual que yo. Lo que más me gusta de este programa es que no me recarga. Al contrario, todo el tiempo aliviano aquí.

Velocidad, provisoriedad. Avatares que adoro y prefiero resguardan su mito-guión como si fuera una eternidad invaluable. Prefiero ser mallarmeano, jugarme cada paso a los dados. Conocí a una chica que para saber si tenía que tirarse el I Ching, se tiraba el I Ching.

Si no sonara tan ridículo y pretencioso me definiría como un avatar haiku. No hay potencia mas divina que la fugacidad. La paradojal fugacidad que dura para siempre.

Vivir (incluso virtualmente) nunca es atiborrar la existencia con experiencias. Qué ocurrencia mas absurda. Conozco avatares que mueren por conocer decenas de avatares y visitar miles de sitios. No se trata de economía. Sino de necesidad. ¿Lo intenso es lo mucho? ¿No estamos confundiendo los términos?