Ya fue, lo sé. Así sucede. Nunca sabemos. Estamos desequilibrados, un poco allá, otro poco aquí. Pero este momento es genial. Nos vemos desde nuestros avatares. Son lo que somos mientras mis brazos te rodearon.
RL se pierde detrás por un rato. Y otro remolino nos envuelve. ¿Qué nos queda? Saber que seguiremos regresando, utilizando nuestro nombre avatar, nuestro password y convertidos en pixeles durante unas horas.
Pero ese abrazo existió. Es pasado, no sabemos su suerte. Pero ahí estuvo. Ahí estuvimos. Y por el momento es lo único que quiero saber.
Dedico este post a G. L., por estas imágenes de intimidad irrepetibles. Y a Shuu & Mai, cuya estética narrativa intenté, por juego, imitar.
martes
Quién
jueves
Bruno y yo


Somos los que somos incluso cuando no somos del todo los que somos.
domingo
Shuu & Mai

Vino enseguida a mi cabeza la pregunta ¿cómo nos encontramos en este juego? Hemos leído en otros blogs sobre relaciones intensas, obsesiones, sobre quienes construyen simbiósis con sus avatares, sobre quienes decidieron abandonar todo luego de una gran decepción. Pero la diferencia es que dos avatares decidan jugar alto.

Comentábamos esto con Lina. Le comentaba de qué iba la cosa porque ella no conocía el blog. La charla derivó hacia otros temas. Hacia el paso del tiempo en Second Life, a la sensación de que atrapa gran cantidad de nuestras mejores energías y al mismo tiempo enrarece nuestros tiempos.

Lina me decía que a veces, caminando por la calle en RL, tenía la sensación de ser su avatar. Me preguntaba que sentirían al respecto Marlen y Nemo.Por lo que yo le contaba, Lina decía que seguramente ellos eran pareja en RL.

O sea que se trataba exactamente de lo contrario. De una pareja RL que se expande en un mundo virtual. Buena hipótesis. Cambiamos de tema. Lina me comenta que siente que está experimentando un cambio pero aún no sabe cómo definirlo.

Lina es todavía novata en SL. De alguna forma todos siempre lo somos, porque aprendemos a jugar mientras jugamos. Por mi parte trato de que sea una vida mas leve en algunos sentidos. Como todos, adoro que me atrapen buenos momentos. Por eso dejo que lleguen. Hay que ser receptivo.

No trato de guionar situaciones intensas. Simplemente quiero aprender a reconocerlas cuando menos las espero. Qué bueno cuando el Metaverso es un buen sitio de encuentro, en todos los sentidos de la expresión.

Importa lo que ya no se va.
jueves
Rumor del oleaje
Me invitó a tomar el té a su casa. Las horas pasaron y la merienda se hizo cena. Es infinitamente más jovial y divertida de lo que quiere que creas. Sin embargo, sin perder jamás esa elegancia mortífera, nunca deja de guerrear. Se ve que lo lleva en la sangre. Su curiosidad no tiene límites, todo lo estudia. Y, como ya sabíamos, conoce los rincones mas extraños del Metaverso.
Hatsue es, en términos de Bashô, "la delicadeza del abismo". Jamás conocí a nadie con tanta desconfianza y tanta agudeza. Da la impresión de que calcula exactamente hasta dónde te dejará pasar. Y enseguida extiende su impenetrable y diplomática muralla. ¿Lo que más me gustó de ella? Su risa. Su desparpajo y su minucioso ceremonial.
Hatsue es una artista. Al modo de Kurosawa: alguien que sabe ver. No hay más que leer sus post viajeros. Me cautivan, como a todos. No hay ciencia mas poderosa que la caligrafía. Y Hatsue lo sabe.
miércoles
Avatar Haiku
Como fotogramas de un film, o como la escritura japonesa, las imágenes regresan a mi memoria así, en forma vertical. Los occidentales somos barrocos por fatalidad. Creemos que la cantidad y la acumulación son potencias que juegan a nuestro favor. Second Life me sirve para despojar. Cada vez menos. Menos cantidad, más dirección.
La precisión es un mito. No lo precioso, que es lo que atesoramos. Cada vez que apago mi máquina, resguardo unas breves pinceladas de acción, como en la pintura sumi-é. Las personas que me cautivan adoran la fugacidad, igual que yo. Lo que más me gusta de este programa es que no me recarga. Al contrario, todo el tiempo aliviano aquí.
Velocidad, provisoriedad. Avatares que adoro y prefiero resguardan su mito-guión como si fuera una eternidad invaluable. Prefiero ser mallarmeano, jugarme cada paso a los dados. Conocí a una chica que para saber si tenía que tirarse el I Ching, se tiraba el I Ching.
Si no sonara tan ridículo y pretencioso me definiría como un avatar haiku. No hay potencia mas divina que la fugacidad. La paradojal fugacidad que dura para siempre.
Vivir (incluso virtualmente) nunca es atiborrar la existencia con experiencias. Qué ocurrencia mas absurda. Conozco avatares que mueren por conocer decenas de avatares y visitar miles de sitios. No se trata de economía. Sino de necesidad. ¿Lo intenso es lo mucho? ¿No estamos confundiendo los términos?
lunes
¿Conozco verdaderamente este sitio?
Cero nostalgia. No, no es eso. Posiblemente sea que en este momento (justo en este momento) no me interesa estar solo; menos aún jugar solo. Pero el avatar adecuado está en otra parte, y necesito respirar esa diferencia. Hundirme en esa respiración, en ciertos tonos de sombras.
Nada más alejado de esta palpitación actual que la poesía. Tampoco busco un estado particular, estetizante. Busco aplacarme un poco. ¿Aplacarme por qué? Quizás porque Second Life sea para mí un plus. Un fragmento de vida distinto al resto de mi vida.
Creo en la conexión. En ese poder respirar que no único. Nada de experimentar lo imposible. Muy por el contrario, intento de resignificar este estado de juego. Me interesa el juego que me estimule lo que no encuentro en Real Life. ¿Mis contrarios? No, menos aún. Podría aventurar una palabra "contraste". Sí, podría ser esa palabra. Una delicada reacción.
Ahora espero. Sé que es una pausa. Tuve una muy larga que me retuvo en ese otro mundo que ya no es digital.